La forma de la Tierra ha cambiado en
los últimos 28 años, al igual que el campo de gravedad de nuestro planeta,
debido a determinados fenómenos climáticos como El Niño, según una
investigación realizada en la Universidad de Texas que publica The Journal
of Geophysical Research. Estos cambios se han producido porque
los acontecimientos climáticos han estado asociados a una redistribución de
la masa de agua presente en los océanos, los continentes o la atmósfera. Tal
como explica al respecto la
Nasa en un comunicado, la investigación se ha realizado
utilizando datos facilitados por el Satélite Laser
Ranging (SLR), a través de los cuales se ha
apreciado un fenómeno de aplastamiento en los polos y de ensanchamiento al
nivel del ecuador.
El fenómeno de El Niño se viene observando desde 1850. Se presenta hacia
finales de año (entre diciembre y enero), provocando una disminución de las
poblaciones de peces y aves marinas. Es un fenómeno muy antiguo y por ello
no puede asociarse a los efectos de la industrialización o la
deforestación.
Tiene su origen en el grandísimo depósito de agua que es el Océano
Pacífico. El Océano Atlántico e Índico también presentan fenómenos
semejantes al de El Niño, pero al no ser tan grandes como el Pacífico, no
resultan tan notorios.
Oscilación Sur
La recopilación de datos climáticos a escala global, desarrollada
especialmente a partir del siglo XX, ha permitido vincular alteraciones
climáticas cíclicas que ocurren a escala global, con variaciones significativas
del tiempo meteorológico a niveles regionales y locales.
Dentro de estas alteraciones, la más significativa a nivel del Hemisferio
Sur es la conocida indistintamente como “Corriente del Niño”, “El Niño”,
“fenómeno de El Niño”, “El Niño - Oscilación Sur”, abreviadamente ENSO, por
las iniciales de El Niño Suthern Oscillation.
El Niño Oscilación Sur (ENOS) es un fenómeno natural de interacción entre
el océano y la atmósfera que ocurre en la región del océano Pacífico
tropical, en forma no periódica, con intervalos que varían entre los 2 y 7
años, aproximadamente. En este sistema océano - atmósfera, El Niño
corresponde a la componente oceánica y la Oscilación Sur
a la componente atmosférica.
Nuevos datos
Los investigadores de la
Universidad de Texas proporcionan ahora nuevos datos
sobre los efectos de este fenómeno y sus oscilaciones, ya que han observado
que un acontecimiento climático tan significativo como El Niño afecta a la
cantidad de agua que se desplaza hacia los océanos, los continentes y la
atmósfera.
Al respecto, estos científicos han constatado por primera vez dos grandes
cambios en el abombamiento de la
Tierra a la altura del ecuador, que están conectados
directamente con acontecimientos climáticos severos como el ENOS.
Pudieron comprobar que durante el fenómeno El Niño, las grandes
precipitaciones asociadas a las aguas más cálidas derivaban en un aumento
de los desplazamientos de agua hacia el Pacífico central, lo que provocó
asimismo una sequía en Australia e inundaciones en Perú.
Parecido al fenómeno ENOS, la oscilación que afecta al Pacífico se
caracteriza por una fluctuación de temperatura a largo plazo en este
océano. La oscilación del Pacífico provoca asimismo otros cambios en la
localización de las masas de agua fría y caliente.
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También el campo de gravedad
En consecuencia, se producen periódicamente redistribuciones de masas de
agua presentes en los océanos, los continentes y la atmósfera, según ha
comprobado esta investigación de la Universidad de Texas utilizando los datos del
Satélite Laser Ranging
de la
Nasa.
Según los investigadores, lo que ha podido verificarse
con este instrumento de observación espacial es que el desplazamiento de
masas de agua a gran escala está asociado a los cambios climáticos globales
de larga duración. Una de las consecuencias apreciables de estos
desplazamientos de agua es que provocan a su vez cambios en el nivel del
campo de gravedad de la
Tierra, que también ha sufrido variaciones significativas
en los últimos 28 años.
Con anterioridad a este estudio de la Universidad de
Texas, científicos de la NASA
y del Centro Aeroespacial de Alemania habían determinado que las
alteraciones del campo de gravedad terrestre pueden tener una importante
influencia en los cambios del clima en el planeta. Según este estudio,
esa relación se descubrió tras el análisis de datos aportados durante más
de un año por dos satélites del proyecto "Gravity
Recovery and Climate Experiment (GRACE),
en el que participan la NASA
y el Centro Aeroespacial de Alemania.
Los resultados de la investigación indicaron que los cambios en la
distribución de agua y masas de hielo podían calcularse a través de una medición
de las variaciones que se registran en el campo de gravedad de la Tierra. Puestos
en órbita en marzo de 2002, los satélites de GRACE miden los cambios de la
gravedad a través de los que sufre la masa terrestre.
Alertas múltiples
Estas investigaciones se suman a otras que incrementan las señales de
alerta sobre la rapidez con que se producen los cambios naturales y su
relación con los fenómenos climáticos, ya sean naturales o relacionados con
la acción humana. Se ha dicho también por ejemplo que el tsunami asiático
cambió la fisonomía de la
Tierra, haciéndola más redonda, según Live Science.
Casi coincidiendo con la divulgación del estudio de la Universidad de
Texas, el Instituto Británico de Investigación sobre las Políticas Públicas
publicaba su último informe
con conclusiones preocupantes: el punto de no retorno en el calentamiento
del planeta podría alcanzarse mucho antes de lo previsto hasta ahora:
dentro de diez años.
Este punto de no retorno se sitúa dos grados por encima de la temperatura
media del planeta en 1750, es decir, antes de la revolución industrial.
Desde entonces, la temperatura media del planeta ha subido 0,8 grados.
El informe señala que si se sobrepasan esos dos grados críticos, las
consecuencias serían graves: grandes sequías, escasez de agua, desaparición
de bosques, dificultades para cultivos agrícolas, subida de los niveles del
mar y recrudecimiento de algunas enfermedades.
Hasta 11 grados, según otro modelo
No es la única señal de alarma de los últimos días. Un estudio realizado
conjuntamente por 95.000 personas de 150 países que conectaron en red sus
ordenadores para ampliar los efectos de la investigación, señala que el
aumento de las temperatura global como
consecuencia del efecto invernadero puede situarse entre los 2 y 11 grados
C, frente a los 2-6 grados aceptados hasta ahora.
La investigación, realizada con el apoyo de un programa
informático que cualquiera puede bajar de Internet, ha sido publicada por
la revista Nature y se basa en un modelo de evolución del
clima. El hecho de que estas conclusiones se basen en un modelo relativiza
la validez de sus escenarios, pero no deja de constituir por ello un
elemento más de reflexión sobre el estado del planeta.
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