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Páginas personales de Demetrio Calle Martínez |
CABO VERDE
Si queréis paz y descanso os recomiendo unas vacaciones en la isla
de Sal (Cabo Verde).
La República de Cabo Verde está formada por un
archipiélago situado en el Océano Atlántico, al sur de las islas Canarias,
frente a las costas de Senegal. El archipiélago comprende diez islas y un
conjunto de pequeños islotes. Es de origen volcánico. En la isla de Fogo está
el volcán que erupcionó por última vez en 1995 y es la cumbre más elevada del
país (2829 m).
El archipiélago estaba deshabitado cuando fue
descubierto por el navegante portugués Diego Gomes en 1460. Más tarde fue
colonizado y la isla de Santiago se convirtió en un importante centro de
tráfico de esclavos. Durante siglos fue un próspero enclave comercial y escala
obligada para la navegación internacional. Al abolirse la esclavitud, en el
siglo XIX, y con la pérdida de la importancia estratégica de las islas, muchos
de sus habitantes emigraron.
En las islas existe un profundo mestizaje, con
una lengua y cultura criollas (la lengua oficial es el portugués). Cabo Verde
se independizó de Portugal el 5 de julio de 1975. El 80 % de la población es
mestiza, el 17 % de raza negra y el 3 % blanca de origen europeo. Casi toda la
población es católica.
Cabo Verde cuenta con un clima tropical seco,
con una media anual de 25 grados C, con pocas variaciones debido a los vientos
alisios que refrescan el ambiente.
LA ISLA DE SAL
Todos
los vuelos internacionales os llevan a ella pues allí es donde está ubicado el
aeropuerto internacional Amilcar Cabral. Nada más desembarcar notaréis la
primera gran “bofetada” de humedad.
La
isla de Sal era conocida como la “isla llana” por los navegantes portugueses.
La abundancia de sal hizo que se cambiase posteriormente el nombre. Todavía hoy
podéis visitar las antiguas salinas de Pedro Lume, situadas en el cráter de un pequeño volcán.
Podréis apreciar como se forman los cristales de sal, que toma un color rosáceo
en muchas zonas del cráter.
Sal
es la isla turística por excelencia de todo el archipiélago. Pero aún es
posible visitarla sin las aglomeraciones típicas de las zonas turísticas. No sé
cuánto tiempo durará esta situación pues ya nos dijeron que muchas
multinacionales están muy interesadas en proyectos turísticos de muy diversos
tipos. En Sal están los hoteles más confortables y una playa de 11 km,
totalmente virgen, paradisíaca, al lado de la pequeña población de Santa María.
Cuando hay viento, saldréis de la playa literalmente rebozados en una arena
blanca finísima.
Las
casas de Santa María están pintadas de todo tipo de colores. Tienen una o dos
alturas como máximo. Las calles son anchas y empedradas. Casi no circulan
coches. Os aconsejo un paseo hasta el pequeño puerto pesquero,
donde podréis observar cuando llegan las pequeñas barcas cargadas de atunes.
Horas después, esos mismos atunes aparecerán en vuestros platos hechos a la
parrilla (atun grelhado) con un sabor delicioso. No podéis dejar de
probar tampoco el arroz de marisco, las langostas y
el pudin de coco.
Si
os gusta la música, no dejéis de oír las canciones de Cesaria Evora,
cantante caboverdiana que ha popularizado en todo el mundo la morna,
música tradicional de Cabo Verde.
UNA VISITA A LA ISLA
Desde
Santa María, podemos tomar la carretera que va al aeropuerto hasta llegar a Espargos, capital de la isla. El paisaje destaca por la
ausencia casi total de vegetación. Sólo unas pocas acacias, echadas por el
viento, aparecerán ante vuestros ojos, diseminadas en las amplias llanuras
volcánicas. En Espargos hay un buen ambiente callejero. En sus tiendas podréis
encontrar recuerdos del país. La comida es barata y a base de pescado, sobre
todo. Podéis probar el “carapao”, parecido al besugo.
Desde
Espargos, en dirección este, podéis encaminaros a las ya citadas salinas de Pedra da Lume. Al cráter donde están situadas se accede por
un túnel excavado en la roca. A pesar de encontrarse a cierta distancia de la
costa, las filtraciones del mar han dado lugar a estas salinas que fueron
explotadas por los portugueses desde los primeros tiempos de la colonización.
Podéis observar la obra de ingeniería, en madera, para transportar las carretas
llenas de sal desde el interior del volcán hasta el pequeño puerto cercano. El
barro de las salinas lo utilizan para tratamientos de la piel dada la gran
cantidad de minerales que posee.
Una
vez visitadas las salinas, podemos encaminarnos a las piscinas de Buracona, atravesando pistas de basaltos y lavas muy
erosionados. Frente a las piscinas se puede observar un cono volcánico “de libro”. Las piscinas son
cavidades naturales formadas en los basaltos de la costa, que se llenan de agua
al subir la marea. Guardan muchas especies de peces, crustáceos, moluscos...
Una de ellas recibe el nombre de “olho azul” debido al color que adquiere
cuando recibe los rayos del sol. Los nativos aprovechan un molusco parecido al
percebe que se incrusta en la roca y hay que cortarla y cocerla para poder
sacarlo con un pincho y comerlo. Se llaman “cracas” y
según comentan están muy buenos (yo no los probé).
También
desde Espargos, se puede ir hacia la costa oeste, y ver Palmeira,
pequeña localidad pesquera, puerto de la isla, donde desembarcan las capturas
de langostas que son transportadas desde el aeropuerto a los principales
mercados del mundo.
No
dejéis de oír las canciones que numerosos grupos cantan en la puerta de los
bares de estas pequeñas poblaciones. Cantan a su tierra, su gente, sus
costumbres, su particular modo de ser.... al que llaman por aquí morabeza,
palabra sin traducción conocida, pero que podría significar solidaridad,
cariño, amistad.
Por
último, quiero recomendaros que hagáis alguna salida en catamarán para dar una
vuelta a la isla o acercarse a la isla cercana de Boavista. También hay vuelos
locales (aunque algo caros) a las restantes islas. Recomiendo especialmente la
de Santo Antao, la “isla verde”, que os permitirá poder
apreciar mejor la extraordinaria variedad biológica del archipiélago, que ya
fue valorada por Charles Darwin en su viaje alrededor del mundo.
Una
última recomendación: preparad a la llegada un brebaje a base de zumo de limón,
sal, agua y algo de azúcar. Os servirá para las “ligeras indisposiciones
gástricas” que posiblemente se presentarán. Que os lo paséis estupendamente.
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