LA VISIÓN EN COLOR

Desde hace millones de años, los primates son los únicos animales que son capaces de distinguir entre una amplia gama de colores. Los restantes mamíferos no suelen distinguir muchos colores, incluso confunden el verde y el rojo.

La visión en color se debe a las células fotorreceptoras de la retina denominadas conos. Por el contrario, las otras células fotorreceptoras retinianas, los bastones, detectan la luz frente a la oscuridad, es decir, son las responsables de la visión en blanco y negro.

Existen diferentes tipos de conos, unos que reaccionan a longitudes de onda cortas (del violeta al azul), otros a longitudes medias (verde y amarillo) y otros a las más largas (rojo). Esto lo consiguen mediante las opsinas, pigmentos que se acumulan en el extremo distal de estas células.

Según algunos autores, la visión en color surgió como respuesta al paso a la vida diurna. Sin embargo, esto no explica por qué los primates y no otros mamíferos percibimos los colores. Investigadores de la Universidad de Hong Kong indican que la clave podría estar en la relación entre el color y el valor nutricional. Los primeros primates, arborícolas y forestales, necesitarían distinguir el rojo del verde para detectar las hojas tiernas de los árboles y las frutas maduras. En cualquier caso, la visión dicromática de los mamíferos se debe a que en sus conos sólo hay dos pigmentos. La sensibilidad a la zona azul-violeta apareció en los primates superponiéndose a la visión dicromática. Los psicólogos opinan que en la corteza cerebral hay circuitos distintos para cada visión. En cierto modo, nuestra capacidad de distinguir colores se estableció de manera gradual, lo que parece indicar aspectos evolutivos.

 

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