Mi viaje a Zanzíbar

 

Zanzíbar es un archipiélago formado por las islas de Zanzíbar y Pemba y numerosos islotes. La isla de Zanzíbar (conocida localmente como Unguja), tiene forma alargada y mide 87 km de largo y 37 en su parte más ancha. Su superficie alcanza unos 1000 km cuadrados. Se localiza en el Océano Índico, 6o al sur del ecuador y está separada de las costas tanzanas 27 millas y media a la altura de Bagamoyo. Su nombre viene del vocablo “zenji-bar”, que quiere decir “tierra de gentes negras”.

Un poco de historia

Sus primeros visitantes fueron asirios y sumerios y, más tarde, bantúes, comerciantes egipcios, griegos de Alejandría y fenicios. Ibn Hawkal, en el siglo X, dice que “allí se encuentra gente de raza blanca que trae de otros lugares productos de alimentación y vestidos”. Marco Polo la nombra en sus escritos. También hay referencias de la isla en Las mil y una noches, Os Lusiadas y El paraíso perdido, de Milton, donde se dice que “es un reducto secreto, lleno de flores y yerbas olorosas”.

La isla fue sometida en 1505 por los portugueses. En 1698, Seif bin Sultan, señor de Omán, expulsó a los portugueses y la hizo formar parte del reino omaní, junto a la zona de costa que va desde Mogadiscio, en Somalia, hasta el cabo Delgado, en Mozambique, y todas las islas próximas.

En 1832, Seyyid Said, sultán de Omán, trasladó su corte y estableció la capital de su reino en Zanzíbar, aprovechando la riqueza de la isla por el ya bien desarrollado mercado de esclavos (iniciado a finales del siglo XVIII por los franceses y portugueses, sobre todo, y continuado por los árabes), así como por la gran cantidad de recursos que ofrecía (oro, marfil, ébano) y sus fértiles tierras. Seyyid mandó plantar en los terrenos cultivables gran cantidad de árboles de especias como clavo, canela y pimienta. Con el tiempo la isla se conocería como “isla de las especias”. Fue siempre una ruta clave del océano Índico hacia los mercados de esclavos de Arabia e India, por lo que también era conocida como la gran cantera del mercado de esclavos.

Tras la muerte de Seyyid, en 1856, el reino se partió entre dos de sus hijos quedando separados Omán y Zanzíbar. En 1888, la presión de los ingleses acabó con el tráfico de esclavos en la isla y, de paso, Zanzíbar se convirtió en Protectorado británico.

En diciembre de 1963 accedió a la independencia acogida a la Commonwealth pero en 1964 estalló una violenta rebelión popular que expulsó a los árabes mientras se instalaba un gobierno revolucionario. Los hijos de los esclavos liberados y los swahilis que habían vivido como siervos de los crueles sultanes durante décadas, se vengaban de la nobleza árabe, de los nietos de los esclavistas y de los cortesanos de los reyes. La rebelión estuvo apoyada por Dar es Salaam y por el presidente Julius Nyerere. Poco después Tanganika y Zanzíbar se unían en una sola nación que recibía el nombre de República Unida de Tanzania. Actualmente tiene un gobierno autónomo formado por un Consejo Revolucionario y una Cámara de Representantes.

Población, Religión y lengua

La población, mayoritariamente de religión musulmana, se estima en 800.000 habitantes de los que 100.000 habitan en la capital, Stone Town (Zanzíbar City). Hablan la lengua swahili en su versión más pura, de lo que los zanzibarinos se sienten muy orgullosos. Agradecen mucho que el extranjero se dirija a ellos con unas palabras en su idioma. Por ejemplo, se puede empezar con jambo, bwana (hola, señor). El inglés también es lengua oficial.

Economía

La pesca y la agricultura son las mayores actividades económicas de la población local. Es una de las mayores productoras del mundo de clavo y otras especias. También está muy desarrollada la exportación de cocos. Actualmente está emergiendo el sector turístico.

Gastronomía

La alimentación está basada mayormente en los productos del mar, entre los que destacan el pez emperador, el pulpo, el calamar, la langosta, el cangrejo y la gamba. El arroz, las verduras y hortalizas y el coco abundan en la dieta. Todo ello complementado con una gran variedad de especias que le dan a la comida zanzibarina un toque especial.

Clima

La isla tiene un clima excepcional, si exceptuamos el periodo Marzo-Mayo, donde llueve mucho. La temperatura media oscila entre 22 oC de mínima (de julio a octubre) y 32 oC de máxima (enero a marzo).

EL VIAJE

Desde Madrid, la duración del vuelo es de unas 8 horas aproximadamente. Se sobrevuelan Valencia, Ibiza, Argel, costa norte de Argelia, Monastir (Túnez), Trípoli (Libia), desierto de Libia y de Sudán, Nairobi (Kenia), el Kilimanjaro y, por último, la isla de Zanzíbar. La visión de la isla desde el aire es espectacular: vegetación exuberante, cientos de palmeras, cocoteros y árboles frutales cubren el terreno. El aeropuerto está actualmente (verano del 2002) de reformas, por lo que los trámites aduaneros se hacen bastante lentos. El visado, que te lo hacen en el mismo aeropuerto, cuesta 25 $. Si quieres pasar sin que te abran las maletas sólo tienes que tener preparados un par de dólares más para el policía de turno (él mismo te los pedirá sin dudar lo más mínimo). A la salida, lo mismo. Las tasas de aeropuerto cuestan 20 $.

Ya fuera del recinto lo primero que destaca es la fuerte humedad. No hace mucho calor en el verano de aquí pero la humedad lo hace poco soportable. Atravesamos Stone Town en los dala-dala (autobuses locales). Hay un gran bullicio. Bicicletas y ciclomotores por todos lados. Pocos coches.

Una visita a la ciudad

La Ciudad de Piedra, declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial, tiene un color y un olor especiales. Al atardecer, destacan los colores dorados y rosáceos. El mar ofrece un azul turquesa limpio. Piérdete por las callejuelas de la ciudad. Verás, y olerás, las tiendas de especias, los cafés, el bazar, las plazuelas… La gente te invitará a entrar en sus casas cuando ve que eres extranjero. Te sonreirán continuamente. Fíjate en las puertas de madera labradas al estilo árabe y en las camas, mesas y baúles. Son preciosos. Cuando pregunté a un carpintero cuánto cobraba por hacer una puerta de esas, me dijo que 25 $.

En tu paseo por la ciudad no te pierdas una visita al Hospital Antiguo (Old Dispensary), actualmente en proyecto de reconstrucción. Es un símbolo de la arquitectura multicultural zanzibarina. Hoy se ha transformado en el Centro Cultural de Stone Town. No dejes de visitar el mercado Darajani y la casa de Livingstone. La visita se puede completar con el Palacio del Pueblo y Museo, antigua residencia de los sultanes, la casa de las Maravillas, la fortaleza árabe, los jardines Forodhani, los baños persas, y la catedral anglicana, situada en una parte del antiguo mercado de esclavos. Puedes dar una vuelta por el muelle y ver el bullicio de la gente, sobre todo cuando llega el barco procedente de Dar es Salaam, capital de Tanzania.

Las playas

Si quieres alejarte del bullicio de la ciudad, ve a las playas del este de la isla. Es la zona de los mejores hoteles y donde se concentra la mayor parte del incipiente turismo. No obstante, todavía están en una etapa en donde no hay aglomeraciones de hoteles o bungalows. Se pueden pasar unos días de absoluta tranquilidad en cualquiera de estas playas. Destacan, sobre todo las playas de Kiwengwa, Matemwe y Muyuni. Más al norte, no dejéis de ver la playa de Nungwi y su preciosa puesta de sol. Sus aguas, de color azul turquesa y totalmente transparentes, albergan una gran cantidad de corales y peces de todos los colores. Son un paraíso para los aficionados al submarinismo.

En los hoteles contratan salidas al mar para ver los delfines, las tortugas gigantes o los innumerables arrecifes de coral. No dejéis de pasear en un dhow, antiguo barco de pesca árabe. Por poco dinero, cualquier nativo os llevará mar adentro para ver todas estas maravillas. De vez en cuando os toparéis con pequeños islotes de arena en mitad del océano. Parecen puestos adrede para invitar a tomar el sol durante unas horas lejos de todo.

Si queréis conocer sitios fuera de las rutas turísticas más usuales, acordadlo con los beach boys. Estos jóvenes sacan unos cuántos dólares llevando a los turistas a los lugares más insospechados. Podéis decirles que os lleven a ver los pequeños poblados que hay cerca de la costa. Así veréis la vida cotidiana de los nativos.

También podéis visitar una escuela (skuli) donde los niños y niñas, perfectamente uniformados, ellas con un velo cubriéndoles el cabello, escriben apoyados en el suelo lo que les dicta el maestro. Sólo disponen de pupitre los que están en los cursos superiores. Si puedes, no está de más que lleves en tu visita unos cuantos cuadernos, lápices y cualquier otro material escolar. Te lo agradecerán. Unos caramelos para los niños son también muy bien recibidos. Los llaman peremende o pipi. Pide a los maestros que te expliquen cómo es su sistema escolar. Lo harán encantados.

El interior de la isla

Recorre la isla y podrás observar las gentes de Zanzíbar en su hacer cotidiano, sus costumbres, sus casas… Ahora bien, alquila un buen todo terreno pues algunos caminos son totalmente impracticables.

En mi visita al pequeño poblado de Shangani pude apreciar las chozas hechas de cañas y barro. Algunas incorporan ladrillos. Las “habitaciones” son extremadamente pequeñas. Solamente hay una o dos por casa, y eso que suelen ser familias algo numerosas. La “cocina” no mide más de 1,5 m de largo y ancho. El “aseo” se realiza en un rincón del pequeño patio con un recipiente de plástico colgado en las cañas que hacen de pared. Cerca de las casas suele haber una pequeña fuente donde recogen el agua necesaria para los quehaceres cotidianos. Estos suelen consistir en rayar el coco y aprovechar todo de él, moler el arroz para separar la cascarilla, que se le da de comer a las gallinas, fabricar utensilios con las hojas de los árboles o con la cubierta del coco, etc.

Un paseo por la selva te permitirá observar la gran variedad de árboles que se cultivan en los pequeños claros que deja la vegetación: mandarinos, mangos, árboles del clavo, mandioca… Algunos árboles son singulares. Si tienes suerte podrás topar con algún baobab gigante o con la famosa palmera con el tronco tipo “serpiente”, atractivo turístico del interior de la isla.También puedes contratar con el hotel o con los beach boys una excursión por la ruta de las especias.

Si puedes, intenta visitar alguna escuela coránica. Los niños y las niñas están separados en diferentes secciones de la misma habitación y allí escuchan las enseñanzas de su maestra y leen los versículos del Corán.

En la costa oeste se sitúa Mkokotoni, un pueblo de pescadores. Desde su puerto pesquero se observa la isla Tumbatu, por la que pasan en migración los peces-manta. Date un paseo por la lonja y observa la venta del pescado. Aprovecha también para ver las tiendas y tenderetes de todo tipo que se ordenan a ambos lados de la calle principal.

Desde este pueblo se puede tomar dirección norte y, tras atravesar Mkajuni, se llega a las playas de Ktenwa. La más famosa de todas, por su puesta de sol, es la de Nungwi, como ya he dicho. Es uno de esos lugares estilo “hippie” de los años 60, donde parece que el tiempo se ha detenido. Si quieres descansar de verdad unos días, es de lo mejor que puedo recomendarte. Eso sí, prepárate para los “caminos” que llevan hasta allí. Si llegas con la espalda intacta tras el viaje, podrás disfrutar de un lugar simplemente maravilloso. Por las noches, en la playa, podrás oír la música africana más pura cantada por grupos nativos que viven en las cercanías de los todavía pocos establecimientos hoteleros que hay en la zona (bungalows independientes formando pequeños complejos).

Visita Zanzíbar. Merece la pena.

© Demetrio Calle

 

Más información sobre Zanzíbar

 

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