Páginas de Demetrio Calle Martínez

RUTA POLAR ISLANDIA 2009 (Continuación)

Miércoles, 23 de septiembre. Krafla. Volcán Hverfjall, catarata Godafoss, Akureyri.

Hoy no tenemos que prepararnos el desayuno. La Guesthouse lo incluye junto al alojamiento. Salimos en dirección a la zona de Krafla y hacemos una breve parada en el mirador por el que pasamos ayer para observar desde arriba la estación geotérmal. Javier Domínguez nos explica perfectamente el funcionamiento de la misma, sus usos, su importancia…

Ya en Krafla nos adentramos por un sendero atravesando zonas de césped almohadillado tan típico de climas periglaciares. Esta zona está muy bien acondicionada para los visitantes. Hay pasarelas de madera y miradores para poder observar sin peligro estos increíbles paisajes. Hace frío aunque el día está soleado. Todo está nevado. Es un paisaje grandioso. Me recuerda mucho a Lanzarote pero con nieve. Observamos lugares en donde está saliendo lava candente, pequeños conductos circulares originados por los ríos de lava (en Lanzarote algunos miden varios metros de longitud y anchura), rocas volcánicas recién formadas, coladas de lava distribuidas en capas secuenciales… En fin, la geología magmática islandesa en estado puro. Ideal para geólogos-vulcanólogos. Pasamos un buen rato recorriendo este lugar, que hasta ahora creo que es el más adecuado para comprender lo que está ocurriendo en el subsuelo, debido sobre todo a la actividad continuada del cráter de fisura que existe en la zona.

Volvemos en dirección a Reykjahilþ, pero ahora tomamos un camino hacia la zona donde se encuentra el volcán Hverfjall recorriendo antes a pié 1,5 km de “bosque encantado”, llamado Dimmuborgir (gracias Jennifer por el nombrecito), con bonitas formaciones volcánicas y una zona más o menos boscosa de abedules enanos y muchas otras plantas que le dan al bosque un colorido otoñal precioso. Nuestro objetivo es ascender a la cima del volcán que sólo tiene 450 m de altura pero con una pendiente muy inclinada y un terreno muy resbaladizo por lo arenoso. José María da las instrucciones oportunas antes de la ascensión y sin más dilaciones comenzamos el ascenso que dura sólo 20 minutos. Al llegar a la cima, sobre una caldera de libro, explicamos el origen de esta estructura volcánica. Permanecemos un rato arriba para observar, sobre todo, la espectacular vista del lago Mývatn y los valles y montañas que rodean al volcán a lo largo de la circunferencia de 360^o que alcanzan nuestros ojos.

Después del descenso nos tomamos nuestro picnic y salimos por una carretera de suaves curvas y paisajes llenos de vegetación, cursos de agua, lagunas de diversos tamaños con aves acuáticas… rodeando el lago Mývatn. Tomamos dirección norte y la carretera se empina bastante. Al poco rato llegamos a la catarata Godafoss, la “catarata de los dioses”, una de las más famosas de Islandia no sólo por su interés histórico ya que se relaciona con la época del cristianismo del país, sino también por la espectacularidad de la caída al vacío de su caudal y el soberbio paisaje del encajamiento del río Skjálfandafljót. La catarata puede recorrerse por ambos lados pero no hay paso de uno a otro: hay que volver. En la vertiente derecha de la catarata mirándola de frente, hay una placa alusiva al hecho de que en este lugar, hace casi exactamente un milenio, un lögsögumadur o “portavoz de la ley” del Alþing (Parlamento vikingo), llamado þorgeir, arrojó a la catarata los ídolos de los dioses nórdicos como un gesto que ratificaba la decisión del parlamento de que el pueblo de Islandia se convertía al cristianismo. Así se puso fin al paganismo en la isla. Hemos permanecido aquí durante una hora. Merece la pena.

A continuación nos encaminamos a Akureyri, la capital del norte, y según dicen, la ciudad más bonita de toda la isla. Está situada en el fiordo Eyjafjördur. Durante la ruta se pueden observar glaciares colgantes y un precioso fiordo donde son frecuentes los avistamientos de ballenas.

Nos alojamos en la Guesthouse Gula Villan, que es como una casa familiar con varias habitaciones para los huéspedes. Algunos salimos a dar una vuelta por la ciudad y tomamos cerveza y un exquisito kiche en el céntrico Café París (en todos los centros de las ciudades hay un “Café París”, ¿por qué?). Pasamos por una librería cercana donde el dependiente habla correctamente español por los años que estuvo en Guatemala, y compramos mapas y un libro de historias islandesas. Volvemos al alojamiento a cenar unas exquisitas chuletas de Sajonia que está preparando Jennifer, acompañadas de puré de patatas, ensalada y huevos cocidos. Todo muy rico. Eso sí, cenamos por turnos pues el comedor es algo pequeño.

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