CIENCIA Y
DOCENCIA |
Páginas personales de Demetrio Calle Martínez |
La mejor
forma de conocer un determinado territorio desde el punto de vista de la naturaleza
es, sin duda, realizar recorridos sobre el terreno estudiando su flora,
fauna, etc. a la vez que se observan y describen los paisajes que van
apareciendo.
Queremos
ayudar al análisis ecológico de nuestro término municipal con estos apuntes que
nos pueden servir, como pequeña guía de campo. Vamos a describir el
itinerario comentando los tramos y
paradas que creemos más interesantes tanto para los conocedores del terreno
como para aquellos que lo realizan por primera vez.
Comenzaremos la andadura desde la propia Quesada por la carretera A‑323 desviándose
hacia el Nacimiento del Guadalquivir en dirección a El Chorro. Después de
atravesar zonas de cultivo (principalmente olivos y frutales) empezamos a
apreciar los signos de degradación del bosque mediterráneo que cubría la zona
hace ya muchísimos años: los coscojares y retamales. También vemos pinares de
repoblación y algunas plantas como jaras, enebros, genistas, torviscos,
terebintos, etc. Nos encontramos en un piso bioclimático mesomediterráneo de
ombroclima entre seco y subhúmedo pues las precipitaciones oscilan alrededor de
600 mm anuales. A medida que subimos podemos apreciar la belleza paisajística
del lugar además de una zona muy extensa del valle del Guadalquivir. Abajo
queda Quesada protegida por el oeste por el Cerro de la Magdalena, cerro de
Vítar y el Caballo de Quesada.
Podemos
hacer una primera parada en el cruce de El Chorro, a 1300 metros de altitud. Aquí
es interesante apreciar algunas formaciones calizas como
lapiaces (regueros formados en las rocas del suelo por la erosión del agua
sobre la caliza) y una gran torca (hundimiento del terreno debido también a la
disolución de este tipo de rocas). Es una zona muy visitada por los buitres que
encuentran en estos escarpados un hábitat ideal. Es también una zona muy
apropiada para buscar fósiles, sobre todo Anmonites, moluscos marinos de la era
Secundaria. La vegetación ha cambiado: el matorral mediterráneo mencionado
antes ha sido sustituido por grandes masas de pinos negrales mezclados con
carrascos.
Continuamos hacia el Nacimiento del Guadalquivir por la misma pista
forestal. A medida que ascendemos hacia Puerto Lorente, estamos
introduciéndonos en un piso bioclimático superior: el supramediterráneo con
ombroclima subhúmedo por lo que ya aparecen algunas formaciones de caducifolios
como arces mezclados con quejigos, agracejos, majuelos, etc.
La segunda
parada, podemos hacerla en el lugar conocido como Cañada de las Fuentes
donde oficialmente tiene su nacimiento el río más importante de Andalucía, el
Guadalquivir, que desde aquí toma dirección noreste, sale de nuestro término
municipal y tras sufrir lo que en geología llamamos "captura
geológica" (aparición de una fractura que lo hace girar 180 grados) toma
dirección suroeste a la salida del embalse de El Tranco. En la Cañada de las
Fuentes (1.450 metros de altitud), podemos apreciar algunos prados de alta
montaña y en las rocas de los alrededores los signos de una típica erosión
cárstica (regueros y oquedades en las rocas al disolverse la caliza por la
acción del agua y el CO2 de la atmósfera).
El tramo siguiente nos lleva hasta Puerto
Llano, al pie del pico Cabañas (2.028 m). Pero antes de llegar al puerto,
pasado el km 15 de la pista que seguimos, hay a la derecha un pequeño camino
cerrado con cadena que nos lleva hasta la Cañada de los Tejos (1 Km
aproximadamente de recorrido) en donde podemos admirar una de las reliquias
naturales de nuestro término municipal: el llamado "tejo
milenario" (tercera parada), árbol raro en nuestra sierra, de madera
dura y resistente. El ejemplar más grande que existe en esta zona mide más de
nueve metros de circunferencia de tronco y se le calculan más de dos mil años
de antigüedad. Lo acompañan otros tres o cuatro ejemplares de gran porte pero
que no llegan a alcanzar esas medidas. Acompañan a los tejos algunos pinos laricios, majuelos, agracejos,
rosas silvestres, etc. que le confieren a la cañada un aspecto ajardinado muy
bien conservado. Una vez visitado este interesantísimo lugar podemos desandar
el último kilómetro andado y seguir por la pista principal hasta Puerto
Llano (cuarta parada). Nos encontramos ahora en una de las zonas de mayor
altitud de nuestro término. La vegetación se ha transformado. Los pinares de
pino carrasco y pino negral han sido sustituidos por el pino salgareño o
laricio, propio de estas altitudes (1800 metros). Lo acompañan plantas
adaptadas a las inclemencias del clima de alta montaña. Se trata de plantas
rastreras (enebros, sabinas) o en forma de almohadilla con las hojas
transformadas en espinas (piorno moruno). Aquí no existen ni las encinas ni los
árboles de hoja caduca que no resisten estas condiciones tan extremas.
Podemos
continuar desde Puerto Llano hasta la cima del Cabañas (quinta
parada). Este pico es fácilmente distinguible por el refugio forestal que
hay en lo alto. Para subir tomamos una vereda que sale en dirección sur. Desde
lo alto se divisa una extraordinaria panorámica: Sierra Nevada, la Hoya de
Guadix y Baza, el embalse de la Bolera, etc. Aquellos que no quieran subir
hasta arriba pueden optar por continuar por la pista que traíamos desde el
principio que empieza ya a bordear la loma de Cagasebo (sexta parada).
Aquí se conserva en excelente estado un karst, que se encuentra vallado.
Ya en
pleno descenso, aparecen de nuevo las comunidades vegetales que veíamos antes
de llegar al nacimiento del Guadalquivir. Pinares de pino carrasco, coscojares,
etc. se entremezclan con romeros, lentiscos y tomillos. La pista forestal
termina en la carretera A‑323. Tomamos la dirección hacia Quesada y
pasado el cruce de Belerda llegamos a la cueva del Agua (séptima
parada), interesante formación caliza en donde se encuentra una imagen de
la patrona de Quesada, la Virgen de Tíscar. En las
inmediaciones, en lo alto, se alza majestuoso el castillo de Tíscar.
Desde el punto de vista ecológico, se trata de una zona donde abundan los
árboles de hoja caduca adaptados a la humedad reinante. La zona la riega el
arroyo Vadillo, tributario del río Ceal, que acaba desembocando en el Guadiana
Menor.
A partir
de aquí ascendemos hacia el Puerto de Tíscar (octava parada) (1.183
metros). Esta ascensión se caracteriza por un cambio paulatino en la
vegetación. Empiezan a aparecer los retamales y piornales que dan en primavera
un colorido amarillo a las laderas. Abunda de nuevo el pino carrasco. Así
llegamos a la cima del puerto desde donde podemos admirar nuevamente preciosos
paisajes. A nuestras espaldas queda la Hoya de Baza, a la derecha la loma del Rayal (1.835
metros) y abajo al frente el valle de Quesada regado por los ríos Extremera y
Béjar. En primer plano, a nuestra derecha, vemos la Atalaya de Tíscar o de
D. Enrique que servía de puesto de comunicación entre el castillo de Tíscar
y el de Cazorla. Tenía gran interés estratégico pues Tíscar era la frontera
entre el reino de Granada y el de Castilla en la época nazarí (Ver Historia).
En el
descenso del puerto se encuentra muy bien representado nuestro bosque
autóctono: el encinar, que podemos apreciar en casi todo su antiguo esplendor.
A la encina acompañan plantas ya citadas como el torvisco, lentisco, quejigo,
coscoja, arces, etc. Los olivares nos indican que hemos llegado al punto de
partida.
Creemos que este itinerario (unos 75 km
aproximadamente de recorrido) es suficiente para reconocer los valores
naturales que posee Quesada.
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