CIENCIA Y DOCENCIA

Páginas personales de Demetrio Calle Martínez

 

Guía Cultural de Quesada

HISTORIA

            A lo largo de la historia de los pueblos hay hechos que marcan especialmente su devenir. En el caso de Quesada es, sin duda, su situación geográfica la que más ha incidido en su ya dilatada existencia. Como enclave fronterizo, Quesada ha desempeñado unas veces el papel de punta de lanza clavada en el corazón de sus adversarios; y otras, el de muro defensivo, de contención, frente a diferentes agresiones.

            Su nombre procede de dos grafías distintas de la lengua árabe, según se tratara de una Madìna (Qaysàta) o de un Hisn o Qal’a (Qayyàta). En cualquier caso, Casca- Chayda significaría “jardín bonito, lugar fértil”.

 

[PREHISTORIA] [PROTOHISTORIA] [ÉPOCA ROMANA] [DOMINACIÓN VISIGODA] [ÉPOCA MUSULMANA] [ÉPOCA CRISTIANA MEDIEVAL] [EDAD MODERNA] [EDAD CONTEMPORÁNEA]

 

PREHISTORIA

            Los hallazgos arqueológicos efectuados en el término municipal de Quesada, indican que ya desde el Paleolítico existió poblamiento en este lugar. Los testimonios de su ocupación por el hombre en la Prehistoria la han convertido en uno de los núcleos rupestres más importantes de Andalucía. Existen interesantísimas pinturas rupestres de estilo naturalista levantino en las cuevas del Encajero, Manuel Vallejo y Clarillo, y otras de estilo esquemático en las de la Hiedra, Cabrera y del Melgar.

            Del Neolítico existen restos abundantes que se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Jaén.

            El dolmen de la Sabina, de la edad del Cobre, y un yacimiento argárico en el Corral de Quiñónes, perteneciente a la II Edad del Bronce, nos confirman la existencia de horizontes culturales distintos en la Prehistoria.

 

PROTOHISTORIA

        Por su situación de paso obligado entre los ricos yacimientos mineros de Sierra Morena y la costa de Almería, en la que se embarcaba el mineral (plata, sobre todo), rumbo al Mediterráneo oriental, Quesada es rica en restos arqueológicos del período de transición entre la Edad de los Metales y la colonización romana (la llamada, a veces, “Protohistoria”). Es la época de las colonizaciones fenicia, griega y cartaginesa, que, si bien no ocuparon este lugar directamente (su alejamiento de la costa le impedía a estos pueblos, eminentemente navegantes y comerciantes, una profundización tierra adentro), sí dejaron, sin embargo, testimonios, por ejemplo, en los ajuares funerarios hallados en esta comarca, y de los que Ceal y Toya, son sin duda, ejemplos sobresalientes. Fueron los oretanos el pueblo que, en este período, señoreó todo este territorio fronterizo con el de los bastetanos.

            En relación con este período y con estos pueblos, se hallaron en Lacra (¿la antigua ciudad oretana de Laccuris?) una estela discoidal, una cabeza de carnero en ágata, etc...

 

ÉPOCA ROMANA

        La extraordinaria proliferación de restos romanos en las tierras de Quesada, nos inducen a pensar en un intenso poblamiento en esta comarca: Cástulo, Úbeda la Vieja y Galduria, testifican esta presencia. Sin duda, fueron también los tesoros mineros, los que atrajeron la avidez romana y, tal vez, también, sus minas de sal.

            Indudablemente, son la villa romana de Bruñel y la ya citada Laccuris, lo más importante de lo hasta ahora encontrado en este período en Quesada. También se han realizado interesantes descubrimientos en el Cortijo “El Allozar”, entre Quesada y Toya.

 

DOMINACIÓN VISIGODA

        Todo parece apuntar a que los hallazgos del período visigodo en Quesada sean en realidad obra de hispanorromanos, pues, con la excepción del bajo valle del Guadalquivir, no puede decirse que los nuevos pobladores bárbaros, supusieran una sustancial modificación demográfica y mucho menos étnica y cultural en la Andalucía oriental.

            Las dos columnas cuyos capiteles presentan decoración vegetal, situadas en la plaza de la Lonja, junto a la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo, son restos probablemente godos, aunque no pueda asegurarse esta adscripción. Fueron hallados en 1932 en las proximidades del Paseo de Santa María. Se ha especulado con la posibilidad que fueran del siglo XIII al XV, es decir, bajomedievales.

            Análoga dificultad en su clasificación presentan los relieves (probablemente impostas de arco) situados en el arco de la “Manquita de Utrera”, cuya decoración guarda relación incluso con las que presentan algunas iglesias mozárabes, continuadoras del arte visigótico.

            De la época visigoda es también una estela discoidal con cruz central, conservada en el Museo Arqueológico de Jaén.

 

ÉPOCA MUSULMANA

            Es en esta época cuando aparecen los primeros testimonios documentales que nos permiten hablar con propiedad de Quesada como núcleo urbano concreto. De los tres primeros períodos de la dominación musulmana (emiratos dependiente e independiente y califato) apenas conservamos datos. Sí los tenemos del período de los reinos de taifas.

            Así, en 1154 el Idrías nos ofrece la que quizás sea la más antigua descripción de Quesada. Señala que es un lugar poblado y activo, con bazares, baños, posadas y fábricas de platos, cuencos y jarras de madera que se exportaban a toda la península y norte de África. Entre las piezas más importantes de este período hay que señalar el alicatado nazarí de fines del siglo XIII o comienzos del XIV, que se encuentra en el camarín y la sacristía del Santuario de la Virgen de Tíscar. También quedan varios lienzos de muralla en el mirador de Rafael Zabaleta.

 

ÉPOCA CRISTIANA MEDIEVAL.

 

El papel desempeñado por Quesada durante el periodo de la baja edad media de inicios de la moderna, es fundamental. Su extraordinaria situación estratégica la convirtió en centro de abastecimiento para las tropas cristianas y en "glacis" defensivo de Castilla frente a las frecuentes "razzias" musulmanas. Fue por ello muy apetecida de los distintos poderes laicos y eclesiásticos de Castilla (Mitra de Toledo y concejo de Úbeda, sobre todo), quienes se beneficiaron, por otra parte, de las inmunidades que los monarcas solían conceder a aquellos lugares que por su proximidad geográfica con el enemigo las hacía más peligrosas y menos apetecibles para habitar.

            No está aún claro a la posible ocupación de Quesada por el rey castellano Alfonso VII el Emperador, durante la expedición que culminó con la efímera conquista de Almería en el año 1147.

Cuando en 1212 el poder almohade se derrumba tras recibir un duro golpe en las Navas de Tolosa, los lugares y fortalezas musulmanes del Reino de Jaén quedaron a merced de la agresión castellana. Son varias las fuentes que señalan el ataque por parte de las tropas que Fernando III el Santo a Quesada en 1225-1226, sin que se consolidara esta primera conquista que ha de enmarcarse en el avance castellano por el valle del Guadalquivir (conquistas de Córdoba, 1236; Jaén, 1246 y Sevilla, 1248) y en el juego de alianzas entre el monarca de Castilla y los distintos reyezuelos que señorearon las tierras jiennenses tras el hundimiento almohade, especialmente Abd-Allah el Baezano.

Ante las dificultades de la corona castellana para conservar y defender de las agresiones musulmanas la enorme cantidad de fortalezas recientemente conquistadas, Fernando III optó por ceder en muchas de ellas, con sus territorios anexos, a órdenes militares e instituciones eclesiásticas. De esta manera, las asociaba al proyecto expansivo de Castilla, aunque hipotecando el control efectivo de los nuevos dominios por parte de la realeza, poniéndose así las bases para largos y complicados pleitos sobre jurisdicción.

La Mitra toledana, institución a la que Fernando III cedió los lugares de Quesada y Toya en 1231, era detentada en esta fecha por Rodrigo Jiménez de Rada. No desaprovechando el arzobispo la oportunidad que se le brindaba y al frente de sus huestes, partió contra Quesada, la cual fue ocupada por las tropas de éste en 1234, según reza la "Historia de rebus Hispaniae" escrita por él mismo. A partir de ese momento, el arzobispo debía emprender las tareas de defensa, si no quería que los musulmanes del otro lado de Tíscar, le arrebatasen nuevamente Quesada o alguna de las construcciones defensivas anexas. Para ello emprendió un ambicioso plan de construcciones militares, muchas de las cuales se han conservado, incluso en un aceptable buen estado, hasta la actualidad.

Entre estas fortificaciones cabe destacar la Atalaya y el castillo de Tíscar. La Atalaya o torre-vigía del Puerto de Tíscar, que no debe confundirse con el castillo del mismo nombre, es una torre de planta cilíndrica de unos cinco metros de diámetro por unos diez de altura. Está situada en la cima del  puerto, a 1183 m de altitud. Conserva aún una piedra tallada con el escudo de armas del infante don Enrique, hijo del ya citado Fernando III, por lo que se supone que su construcción se llevó a cabo en el siglo XIII. Otro escudo, posiblemente con las armas y Castilla y León o de la Mitra de Toledo, ha desaparecido. Igualmente presenta dos orificios, probablemente relacionados con una escala móvil de acceso.

            La misión de esta atalaya era avisar, mediante señales de humo llevadas a cabo en su parte superior, de cualquier peligro por parte del enemigo musulmán. Estas señales la pondrían en relación fácilmente con el castillo de Tíscar, el de Quesada, Majuela, Monte-Sión y Cazorla; y, a través de éstos, con los de La Iruela, Iznatoraf, Peal de Becerro, Torreperogil, Úbeda y Baeza, a los que podría demandar ayuda con la que detener cualquier tentativa del enemigo.

Sobre el castillo de Tíscar se tienen noticias de la existencia ya en época musulmana, de alguna construcción militar en el mismo lugar, la Peña Negra, que ocupan en la actualidad el castillo y el santuario. Al Razi señala la existencia de un castillo a gran altura, que no se puede aplicar escalera alguna contra su muralla. El castillo está situado junto al santuario que da cobijo a la patrona de Quesada, a unos catorce kilómetros de esta localidad. El castillo de Tíscar es ya citado en el siglo XII por El-Idrisi quien señala que "por su altura, por la solidez de su fortificación, la bondad de su suelo y la pureza del aire es preferible a todos los puntos de España". Tanto esta fuente como las posteriores insisten en el carácter inaccesible de esta fortaleza y en su estratégica posición.

Los documentos citan algunas otras fortificaciones de muy difícil localización. Con todos estos lugares se creó el legendario Adelantamiento de Cazorla, del que Quesada fue siempre pieza clave.

            Pero no era la defensa militar el único problema que se les planteó a los nuevos pobladores. Era preciso organizar las tierras conquistadas y asegurar su abastecimiento. Era preciso, sobre todo, atraer pobladores a un lugar que, por su carácter fronterizo, expuesto de continuo a la agresión enemiga, se hacía poco apetecible para repoblarlo. De este hecho eran conscientes las autoridades eclesiásticas a las que estaban encomendadas las labores de gobierno de Quesada. Por ello pidieron y obtuvieron del monarca la concesión de Fuero a Quesada, el cual está inspirado en el célebre "Fuero de Cuenca", aunque recibió enmiendas durante los reinados de Alfonso X y Sancho IV, hijo y nieto, respectivamente, de Fernando III. El Fuero fue nuevamente actualizado por Fernando IV en 1305.

En 1275, Alfonso X decide traspasar el gobierno de los castillos próximos a Quesada al Concejo de Úbeda. Influyó en esta decisión, sin duda, el hecho de ser entonces este concejo el más poderoso de la comarca y el hallarse más próximo a una frontera que en no pocas ocasiones dio fuertes sobresaltos a los castellanos.

            Quesada, apetecido por los musulmanes entre otras razones por ser defensa natural de Baza, importante núcleo de telecomunicaciones, cambió varias veces de manos, y así que entre los años 1205 y 1310, permaneció alternativamente en manos castellanas y musulmanas. Estos últimos aprovecharon indudablemente las turbulencias acaecidas en Castilla, debidas a la difícil sucesión de Sancho IV el Bravo. En ocasiones, estos cambios de soberanía no se debieron a acciones militares realizadas en estas comarcas, sino que los lugares de la frontera de Jaén fueron utilizados por ambos estados fronterizos y contendientes como moneda de cambio en las operaciones bélicas y tratados posteriores que tuvieron lugar en la denominada "Batalla del Estrecho", asociada al control del Estrecho de Gibraltar.

Los castellanos con el fin de evitar desagradables sobresaltos como los que habían tenido lugar durante los últimos años del siglo XIII y primeros del XIV, deciden consolidar las defensas en las montañas que rodean a Quesada. En este sentido, Tíscar era el objetivo primordial. Fue esta labor llevada a cabo por el infante don Pedro, tío de Alfonso XI el Justiciero, en 1319, y en la que jugó un papel decisivo el valor de Pedro Hidalgo en el acceso al castillo de Tíscar.

En cuanto a las fortificaciones existentes en el casco urbano de Quesada, hay que resaltar los restos de torres y lienzos de muralla existentes en los alrededores de la plaza de la Lonja, y concretamente en la parte posterior de la iglesia de San Pedro y San Pablo a la que sirve como sustento de su testero. Sin embargo, el resto más espectacular conservado es el llamado "Arco de los Santos", puerta de la antigua muralla de Quesada. De forma ojival, en la más pura tradición gótica, este arco se construyó en los siglos XIII al XIV y en su construcción se utilizó al menos una lápida romana.

Pero no fueron sólo medidas militares las que se encaminaron a la defensa del Adelantamiento, sino que con la lección aprendida del período 1295-1310, y con las precedentes donaciones llevadas a cabo en 1275 por las que se cedían fortalezas al concejo de Úbeda, Alfonso XI, profundizando en este criterio, hizo donación de Quesada a la villa de Úbeda. Hay, sin embargo, más razones que pueden explicar este acontecimiento. Úbeda era lugar de señorío real y, por tanto, cederle Quesada significaba sustituir el control de la nobleza, en este caso eclesiástico, no siempre en épocas difíciles muy fiable y con problemas de obediencia, como se había evidenciado en la última crisis sucesoria castellana. En 1335 esta donación se hizo extensiva a Tíscar.

Con altibajos y sorpresas de escasa trascendencia transcurre el siglo XIV en sus últimos años, no así el siglo XV, durante el cual es preciso citar, entre otras, la llamada "batalla del retamar" o "batalla de Quesada", acaecida en 1489 y en la que tuvo un papel de especial importancia el adelantado de Cazorla, don Lope Vázquez de Acuña. Las crónicas aluden a la misma, señalando la milagrosa aparición del apóstol Santiago al frente de los ejércitos cristianos. A las continuas "razzias" musulmanas se pone fin con la guerra de Granada, en la que Quesada desempeñó un papel fundamental como punto de abastecimiento de las tropas que, desde Jaén, se dirigían a Baza y Almería, durante la ocupación de la parte más oriental del Reino nazarí de Granada. Campañas en las que, como es sabido, participaron personalmente los Reyes Católicos quienes, probablemente, visitaron Quesada, camino de Baza y Almería.

 

EDAD MODERNA.

 

No acabó ahí la participación quesadeña en los conflictos con los musulmanes. En 1564 Quesada quedaba exenta de la jurisdicción del Concejo de Úbeda. Muy pocos años después, también desempeñaría un lugar muy destacado como base de operaciones para los ejércitos que, al mando de D. Juan de Austria, hermano de Felipe II y vencedor en Lepanto posteriormente, lucharon contra los moriscos insurrectos de las Alpujarras, dirigidos por Aben Humeya y Aben Aboo.

            A partir de estos momentos, Quesada parece iniciar un período en el que la paz sustituye a un tan dilatado batallar, y aunque es más abundante la documentación, no existen hechos tan destacables, salvo las revueltas que en abril de 1766 sacudió a Quesada por entonces villa de unos quinientos vecinos  y que ha sido puesta en relación con el "motín de Esquilache", ministro de Carlos III. En líneas generales, Quesada participó de la prosperidad general que gozó España durante la segunda mitad del siglo XVIII, época conocida como de "Despotismo Ilustrado", y de la cual sería muestra la creación de una Real Sociedad de Amigos del País, en noviembre de 1788, de breve duración. Del siglo XVIII es el “Catastro” o censo mandado realizar por D. Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada y que ofrece para el año 1752 la estimación de 874 vecinos en el término.

De esta época de paz y prosperidad son las dos iglesias con que cuenta en la actualidad Quesada. De la menor de ellas, la llamada del "Hospital", queda un magnífico retablo de sabor barroco popular. De la mayor, la Parroquial, bajo el patronazgo de San Pedro y San Pablo, hay que señalar que se trata de un templo de planta de cruz latina, de tres naves, por tanto, y en las que se percibe la impronta neoclásica. La cúpula es de planta ovoide y las pilastras que decoran los pilares que sustentan unos arcos son de orden compuesto (jónico-corintio).  Muy restaurada, sobre todo en el presbiterio y testero, es de destacar la capilla del pie de la torre, con una magnífica bóveda, ejemplar de la crucería gótica, resto evidente de la existencia de un templo anterior.

 

EDAD CONTEMPORÁNEA.

            Ocupada Quesada por los franceses durante la guerra de la Independencia, sigue los avatares de la tormentosa política española del siglo XIX. Son interesantes los datos que el "Diccionario Geográfico" mandado recopilar por don Pascual Madoz, en 1849, ofrece sobre Quesada. Se señalan, entre otras cosas, que en esta fecha existían en Quesada dos escuelas, una para niños y otro para niñas, un "hospital", en realidad, asilo para forasteros pobres, y un convento de dominicas, ubicado en la actual plaza de la Coronación. Se indica el mal estado de sus caminos y carreteras.

            Es de destacar también que la aldea de Larba (sic) se escindió del término municipal de Quesada en 1842 para integrarse en el de Cabra del Santo Cristo. En 1847 se separaron Huesa, Ceal, Royo-Molinos y Tarahal, con los que se constituyó en el actual término municipal de Huesa.

            Ya en el siglo XX, Quesada permaneció en el bando republicano durante todo el período que duró nuestra guerra civil. De este período, y por razones obvias, es muy escasa la documentación que ha llegado hasta nosotros. Sin embargo, y en líneas generales, el alejamiento de Quesada de los frentes de combate, hizo que el conflicto no tuviera aquí la dureza que tuvo en otros lugares.

            De época contemporánea, la personalidad más ilustre de nuestro siglo y uno de los hijos de Quesada de mayor proyección exterior, es, sin duda, el pintor Rafael Zabaleta Fuentes (1907-1960), sin que nos haga olvidar la vinculación con Quesada de pintores de la talla de los Hidalgo de Caviedes, padre e hijo.

            El museo de pintura Rafael Zabaleta, en Quesada, se encuentra situado actualmente en la plaza de la Coronación. Inaugurado en los primeros años sesenta, poco después de la muerte del pintor, este museo recoge, no solamente obras de Zabaleta, sino también de otros grandes pintores contemporáneos. El pintor, ya en vida, había manifestado su deseo de que su pueblo gozase de un museo que albergase su obra. Fue el entonces alcalde de Quesada, D. Antonio Navarrete, quien hizo realidad este deseo. No menor parte en ello la tuvo el arquitecto D. Manuel Millán, a quien se debe el edificio que alberga la obra de Zabaleta.

            Esta obra se compone de unos 114 óleos, 12 acuarelas y alrededor de 500 dibujos, representativos de casi todos los períodos artísticos del pintor. Junto a ellos se conservan algunos recuerdos personales, así como diversas e interesantes fotografías. Para ver una muestra, pulsad aquí.

            El museo incluye obras de otros artistas contemporáneos como Miró, Tapiés, Canogar, Guinovart, Alberti, Pablo Serrano, Juana Frances, Verdes, Cardona, Millares, Cumellas, etc., dentro de la denominada "sala de amigos de Zabaleta", inaugurada bajo la dirección de D. Basilio Rodríguez Aguilera, a cuya inauguración asistieron Don Cesáreo Rodríguez Aguilera y don Camilo José Cela. Este último leyó en esta ocasión "Solitarios", cuya base gráfica son los "Sueños de Quesada" del inmortal pintor quesadeño Rafael Zabaleta.

            Pueblo agrícola y emigrante, Quesada es heredera de un rico pasado artístico, histórico y cultural. Sin renunciar a él, antes bien estudiando y profundizando en su conocimiento, Quesada puede y debe extraer de épocas pasadas lecciones que le permitan encarar el futuro con serenidad y optimismo, pero sin olvidar nunca que es en sus gentes, de probada laboriosidad y acreditada honestidad, en donde se encuentra el mayor capital y la mejor esperanza de Quesada.

 

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