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A
lo largo de la historia de los pueblos hay hechos que marcan especialmente su
devenir. En el caso de Quesada es, sin duda, su situación geográfica la que más
ha incidido en su ya dilatada existencia. Como enclave fronterizo, Quesada ha
desempeñado unas veces el papel de punta de lanza clavada en el corazón de sus
adversarios; y otras, el de muro defensivo, de contención, frente a diferentes
agresiones.
Su
nombre procede de dos grafías distintas de la lengua árabe, según se tratara de
una Madìna (Qaysàta) o de un Hisn o Qal’a (Qayyàta). En cualquier
caso, Casca- Chayda significaría “jardín bonito, lugar fértil”.
[PREHISTORIA] [PROTOHISTORIA]
[ÉPOCA ROMANA]
[DOMINACIÓN
VISIGODA] [ÉPOCA
MUSULMANA] [ÉPOCA
CRISTIANA MEDIEVAL] [EDAD MODERNA] [EDAD CONTEMPORÁNEA]
Los hallazgos arqueológicos efectuados en el término
municipal de Quesada, indican que ya desde el Paleolítico existió poblamiento
en este lugar. Los testimonios de su ocupación por el hombre en la Prehistoria
la han convertido en uno de los núcleos rupestres más importantes de Andalucía.
Existen interesantísimas pinturas rupestres de estilo
naturalista levantino en las cuevas del Encajero, Manuel Vallejo y Clarillo, y
otras de estilo esquemático en las de la Hiedra, Cabrera y del Melgar.
Del Neolítico existen restos abundantes que se pueden
contemplar en el Museo Arqueológico de Jaén.
El dolmen de la Sabina, de la edad del Cobre, y un
yacimiento argárico en el Corral de Quiñónes, perteneciente a la II Edad del
Bronce, nos confirman la existencia de horizontes culturales distintos en la
Prehistoria.
Por su situación
de paso obligado entre los ricos yacimientos mineros de Sierra Morena y la
costa de Almería, en la que se embarcaba el mineral (plata, sobre todo), rumbo
al Mediterráneo oriental, Quesada es rica en restos arqueológicos del período
de transición entre la Edad de los Metales y la colonización romana (la
llamada, a veces, “Protohistoria”). Es la época de las colonizaciones fenicia,
griega y cartaginesa, que, si bien no ocuparon este lugar directamente (su
alejamiento de la costa le impedía a estos pueblos, eminentemente navegantes y
comerciantes, una profundización tierra adentro), sí dejaron, sin embargo,
testimonios, por ejemplo, en los ajuares funerarios hallados en esta comarca, y
de los que Ceal y Toya, son sin duda, ejemplos sobresalientes. Fueron los
oretanos el pueblo que, en este período, señoreó todo este territorio
fronterizo con el de los bastetanos.
En relación con este período y con estos pueblos, se
hallaron en Lacra (¿la antigua ciudad oretana de Laccuris?) una estela
discoidal, una cabeza de carnero en ágata, etc...
La
extraordinaria proliferación de restos romanos en las tierras de Quesada, nos
inducen a pensar en un intenso poblamiento en esta comarca: Cástulo, Úbeda la
Vieja y Galduria, testifican esta presencia. Sin duda, fueron también los
tesoros mineros, los que atrajeron la avidez romana y, tal vez, también, sus
minas de sal.
Indudablemente, son la villa romana de Bruñel y
la ya citada Laccuris, lo más importante de lo hasta ahora encontrado en este
período en Quesada. También se han realizado interesantes descubrimientos en el
Cortijo “El Allozar”, entre Quesada y Toya.
Todo parece
apuntar a que los hallazgos del período visigodo en Quesada sean en realidad
obra de hispanorromanos, pues, con la excepción del bajo valle del
Guadalquivir, no puede decirse que los nuevos pobladores bárbaros, supusieran
una sustancial modificación demográfica y mucho menos étnica y cultural en la
Andalucía oriental.
Las dos columnas cuyos capiteles presentan decoración
vegetal, situadas en la plaza de la Lonja, junto a la iglesia parroquial de
San Pedro y San Pablo, son restos probablemente godos, aunque no pueda
asegurarse esta adscripción. Fueron hallados en 1932 en las proximidades del
Paseo de Santa María. Se ha especulado con la posibilidad que fueran del siglo
XIII al XV, es decir, bajomedievales.
Análoga dificultad en su clasificación presentan los
relieves (probablemente impostas de arco) situados en el arco de la “Manquita
de Utrera”, cuya decoración guarda relación incluso con las que presentan
algunas iglesias mozárabes, continuadoras del arte visigótico.
De la época visigoda es también una estela discoidal con
cruz central, conservada en el Museo Arqueológico de Jaén.
Es en esta época cuando aparecen los primeros testimonios
documentales que nos permiten hablar con propiedad de Quesada como núcleo
urbano concreto. De los tres primeros períodos de la dominación musulmana
(emiratos dependiente e independiente y califato) apenas conservamos datos. Sí
los tenemos del período de los reinos de taifas.
Así, en 1154 el Idrías nos ofrece la que quizás sea la
más antigua descripción de Quesada. Señala que es un lugar poblado y activo,
con bazares, baños, posadas y fábricas de platos, cuencos y jarras de madera
que se exportaban a toda la península y norte de África. Entre las piezas más
importantes de este período hay que señalar el alicatado nazarí de fines del
siglo XIII o comienzos del XIV, que se encuentra en el camarín y la sacristía
del Santuario de la Virgen de Tíscar. También quedan varios lienzos de muralla
en el mirador de Rafael Zabaleta.
El papel desempeñado por Quesada
durante el periodo de la baja edad media de inicios de la moderna, es
fundamental. Su extraordinaria situación estratégica la convirtió en centro de
abastecimiento para las tropas cristianas y en "glacis" defensivo de
Castilla frente a las frecuentes "razzias" musulmanas. Fue por ello
muy apetecida de los distintos poderes laicos y eclesiásticos de Castilla
(Mitra de Toledo y concejo de Úbeda, sobre todo), quienes se beneficiaron, por
otra parte, de las inmunidades que los monarcas solían conceder a aquellos
lugares que por su proximidad geográfica con el enemigo las hacía más
peligrosas y menos apetecibles para habitar.
No está aún claro a la posible ocupación de Quesada por el
rey castellano Alfonso VII el Emperador, durante la expedición que culminó con
la efímera conquista de Almería en el año 1147.
Cuando en 1212 el poder almohade
se derrumba tras recibir un duro golpe en las Navas de Tolosa, los lugares y
fortalezas musulmanes del Reino de Jaén quedaron a merced de la agresión
castellana. Son varias las fuentes que señalan el ataque por parte de las
tropas que Fernando III el Santo a Quesada en 1225-1226, sin que se consolidara
esta primera conquista que ha de enmarcarse en el avance castellano por el
valle del Guadalquivir (conquistas de Córdoba, 1236; Jaén, 1246 y Sevilla,
1248) y en el juego de alianzas entre el monarca de Castilla y los distintos
reyezuelos que señorearon las tierras jiennenses tras el hundimiento almohade,
especialmente Abd-Allah el Baezano.
Ante las dificultades de la
corona castellana para conservar y defender de las agresiones musulmanas la
enorme cantidad de fortalezas recientemente conquistadas, Fernando III optó por
ceder en muchas de ellas, con sus territorios anexos, a órdenes militares e
instituciones eclesiásticas. De esta manera, las asociaba al proyecto expansivo
de Castilla, aunque hipotecando el control efectivo de los nuevos dominios por
parte de la realeza, poniéndose así las bases para largos y complicados pleitos
sobre jurisdicción.
La Mitra toledana, institución a
la que Fernando III cedió los lugares de Quesada y Toya en 1231, era detentada
en esta fecha por Rodrigo Jiménez de Rada. No desaprovechando el arzobispo la
oportunidad que se le brindaba y al frente de sus huestes, partió contra
Quesada, la cual fue ocupada por las tropas de éste en 1234, según reza la
"Historia de rebus Hispaniae" escrita por él mismo. A partir de ese
momento, el arzobispo debía emprender las tareas de defensa, si no quería que
los musulmanes del otro lado de Tíscar, le arrebatasen nuevamente Quesada o
alguna de las construcciones defensivas anexas. Para ello emprendió un
ambicioso plan de construcciones militares, muchas de las cuales se han
conservado, incluso en un aceptable buen estado, hasta la actualidad.
Entre estas fortificaciones cabe
destacar la Atalaya y el castillo
de Tíscar. La Atalaya o torre-vigía del Puerto de Tíscar, que no debe
confundirse con el castillo del mismo nombre, es una torre de planta cilíndrica
de unos cinco metros de diámetro por unos diez de altura. Está situada en la
cima del puerto, a 1183 m de altitud.
Conserva aún una piedra tallada con el escudo de armas del infante don Enrique,
hijo del ya citado Fernando III, por lo que se supone que su construcción se
llevó a cabo en el siglo XIII. Otro escudo, posiblemente con las armas y
Castilla y León o de la Mitra de Toledo, ha desaparecido. Igualmente presenta
dos orificios, probablemente relacionados con una escala móvil de acceso.
La misión de esta atalaya era avisar, mediante señales de
humo llevadas a cabo en su parte superior, de cualquier peligro por parte del
enemigo musulmán. Estas señales la pondrían en relación fácilmente con el
castillo de Tíscar, el de Quesada, Majuela, Monte-Sión y Cazorla; y, a través
de éstos, con los de La Iruela, Iznatoraf, Peal de Becerro, Torreperogil, Úbeda
y Baeza, a los que podría demandar ayuda con la que detener cualquier tentativa
del enemigo.
Sobre el castillo de Tíscar se
tienen noticias de la existencia ya en época musulmana, de alguna construcción
militar en el mismo lugar, la Peña Negra, que ocupan en la actualidad el
castillo y el santuario. Al Razi señala la existencia de un castillo a gran
altura, que no se puede aplicar escalera alguna contra su muralla. El castillo
está situado junto al santuario que da cobijo a la patrona de Quesada, a unos
catorce kilómetros de esta localidad. El castillo de Tíscar es ya citado en el
siglo XII por El-Idrisi quien señala que "por su altura, por la solidez de
su fortificación, la bondad de su suelo y la pureza del aire es preferible a
todos los puntos de España". Tanto esta fuente como las posteriores
insisten en el carácter inaccesible de esta fortaleza y en su estratégica
posición.
Los documentos citan algunas
otras fortificaciones de muy difícil localización. Con todos estos lugares se
creó el legendario Adelantamiento de Cazorla, del que Quesada fue siempre pieza
clave.
Pero no era la defensa militar el único problema que se
les planteó a los nuevos pobladores. Era preciso organizar las tierras
conquistadas y asegurar su abastecimiento. Era preciso, sobre todo, atraer
pobladores a un lugar que, por su carácter fronterizo, expuesto de continuo a
la agresión enemiga, se hacía poco apetecible para repoblarlo. De este hecho eran
conscientes las autoridades eclesiásticas a las que estaban encomendadas las
labores de gobierno de Quesada. Por ello pidieron y obtuvieron del monarca la
concesión de Fuero a Quesada, el cual está inspirado en el célebre "Fuero
de Cuenca", aunque recibió enmiendas durante los reinados de Alfonso X y
Sancho IV, hijo y nieto, respectivamente, de Fernando III. El Fuero fue
nuevamente actualizado por Fernando IV en 1305.
En 1275, Alfonso X decide
traspasar el gobierno de los castillos próximos a Quesada al Concejo de Úbeda.
Influyó en esta decisión, sin duda, el hecho de ser entonces este concejo el
más poderoso de la comarca y el hallarse más próximo a una frontera que en no
pocas ocasiones dio fuertes sobresaltos a los castellanos.
Quesada, apetecido por los musulmanes entre otras razones
por ser defensa natural de Baza, importante núcleo de telecomunicaciones,
cambió varias veces de manos, y así que entre los años 1205 y 1310, permaneció
alternativamente en manos castellanas y musulmanas. Estos últimos aprovecharon
indudablemente las turbulencias acaecidas en Castilla, debidas a la difícil
sucesión de Sancho IV el Bravo. En ocasiones, estos cambios de soberanía no se
debieron a acciones militares realizadas en estas comarcas, sino que los
lugares de la frontera de Jaén fueron utilizados por ambos estados fronterizos
y contendientes como moneda de cambio en las operaciones bélicas y tratados
posteriores que tuvieron lugar en la denominada "Batalla del
Estrecho", asociada al control del Estrecho de Gibraltar.
Los castellanos con el fin de
evitar desagradables sobresaltos como los que habían tenido lugar durante los
últimos años del siglo XIII y primeros del XIV, deciden consolidar las defensas
en las montañas que rodean a Quesada. En este sentido, Tíscar era el objetivo
primordial. Fue esta labor llevada a cabo por el infante don Pedro, tío de
Alfonso XI el Justiciero, en 1319, y en la que jugó un papel decisivo el valor
de Pedro Hidalgo en el acceso al castillo de Tíscar.
En cuanto a las fortificaciones existentes
en el casco urbano de Quesada, hay que resaltar los restos de torres y lienzos
de muralla existentes en los alrededores de la plaza de la Lonja, y
concretamente en la parte posterior de la iglesia de San Pedro y
San Pablo a la que sirve como sustento de su testero. Sin embargo, el resto
más espectacular conservado es el llamado "Arco de los
Santos", puerta de la antigua muralla de Quesada. De forma ojival, en
la más pura tradición gótica, este arco se construyó en los siglos XIII al XIV
y en su construcción se utilizó al menos una lápida romana.
Pero no fueron sólo medidas
militares las que se encaminaron a la defensa del Adelantamiento, sino que con
la lección aprendida del período 1295-1310, y con las precedentes donaciones
llevadas a cabo en 1275 por las que se cedían fortalezas al concejo de Úbeda,
Alfonso XI, profundizando en este criterio, hizo donación de Quesada a la villa
de Úbeda. Hay, sin embargo, más razones que pueden explicar este
acontecimiento. Úbeda era lugar de señorío real y, por tanto, cederle Quesada
significaba sustituir el control de la nobleza, en este caso eclesiástico, no siempre
en épocas difíciles muy fiable y con problemas de obediencia, como se había
evidenciado en la última crisis sucesoria castellana. En 1335 esta donación se
hizo extensiva a Tíscar.
Con altibajos y sorpresas de
escasa trascendencia transcurre el siglo XIV en sus últimos años, no así el
siglo XV, durante el cual es preciso citar, entre otras, la llamada
"batalla del retamar" o "batalla de Quesada", acaecida en
1489 y en la que tuvo un papel de especial importancia el adelantado de Cazorla,
don Lope Vázquez de Acuña. Las crónicas aluden a la misma, señalando la
milagrosa aparición del apóstol Santiago al frente de los ejércitos cristianos.
A las continuas "razzias" musulmanas se pone fin con la guerra de
Granada, en la que Quesada desempeñó un papel fundamental como punto de
abastecimiento de las tropas que, desde Jaén, se dirigían a Baza y Almería,
durante la ocupación de la parte más oriental del Reino nazarí de Granada.
Campañas en las que, como es sabido, participaron personalmente los Reyes
Católicos quienes, probablemente, visitaron Quesada, camino de Baza y Almería.
No acabó ahí la participación
quesadeña en los conflictos con los musulmanes. En 1564 Quesada quedaba exenta
de la jurisdicción del Concejo de Úbeda. Muy pocos años después, también
desempeñaría un lugar muy destacado como base de operaciones para los ejércitos
que, al mando de D. Juan de Austria, hermano de Felipe II y vencedor en Lepanto
posteriormente, lucharon contra los moriscos insurrectos de las Alpujarras,
dirigidos por Aben Humeya y Aben Aboo.
A partir de estos momentos, Quesada parece iniciar un
período en el que la paz sustituye a un tan dilatado batallar, y aunque es más
abundante la documentación, no existen hechos tan destacables, salvo las
revueltas que en abril de 1766 sacudió a Quesada por entonces villa de unos
quinientos vecinos y que ha sido puesta
en relación con el "motín de Esquilache", ministro de Carlos III. En
líneas generales, Quesada participó de la prosperidad general que gozó España
durante la segunda mitad del siglo XVIII, época conocida como de
"Despotismo Ilustrado", y de la cual sería muestra la creación de una
Real Sociedad de Amigos del País, en noviembre de 1788, de breve duración. Del
siglo XVIII es el “Catastro” o censo mandado realizar por D. Zenón de
Somodevilla, marqués de la Ensenada y que ofrece para el año 1752 la estimación
de 874 vecinos en el término.
De esta época de paz y
prosperidad son las dos iglesias con que cuenta en la actualidad Quesada. De la
menor de ellas, la llamada del "Hospital", queda un magnífico retablo
de sabor barroco popular. De la mayor, la Parroquial,
bajo el patronazgo de San Pedro y San Pablo, hay que señalar que se trata de un
templo de planta de cruz latina, de tres naves, por tanto, y en las que se
percibe la impronta neoclásica. La cúpula es de planta ovoide y las pilastras
que decoran los pilares que sustentan unos arcos son de orden compuesto
(jónico-corintio). Muy restaurada, sobre
todo en el presbiterio y testero, es de destacar la capilla del pie de la
torre, con una magnífica bóveda, ejemplar de la crucería gótica, resto evidente
de la existencia de un templo anterior.
EDAD CONTEMPORÁNEA.
Ocupada Quesada por los franceses
durante la guerra de la Independencia, sigue los avatares de la tormentosa
política española del siglo XIX. Son interesantes los datos que el
"Diccionario Geográfico" mandado recopilar por don Pascual Madoz, en
1849, ofrece sobre Quesada. Se señalan, entre otras cosas, que en esta fecha
existían en Quesada dos escuelas, una para niños y otro para niñas, un
"hospital", en realidad, asilo para forasteros pobres, y un convento
de dominicas, ubicado en la actual plaza de la Coronación. Se indica el mal
estado de sus caminos y carreteras.
Es de destacar también que la aldea de Larba (sic)
se escindió del término municipal de Quesada en 1842 para integrarse en el de
Cabra del Santo Cristo. En 1847 se separaron Huesa, Ceal, Royo-Molinos y
Tarahal, con los que se constituyó en el actual término municipal de Huesa.
Ya en el siglo XX, Quesada permaneció en el bando
republicano durante todo el período que duró nuestra guerra civil. De este
período, y por razones obvias, es muy escasa la documentación que ha llegado
hasta nosotros. Sin embargo, y en líneas generales, el alejamiento de Quesada
de los frentes de combate, hizo que el conflicto no tuviera aquí la dureza que
tuvo en otros lugares.
De época contemporánea, la personalidad más ilustre de
nuestro siglo y uno de los hijos de Quesada de mayor proyección exterior, es,
sin duda, el pintor Rafael Zabaleta Fuentes
(1907-1960), sin que nos haga olvidar la vinculación con Quesada de pintores de
la talla de los Hidalgo de Caviedes, padre e hijo.
El museo de pintura Rafael Zabaleta, en Quesada, se
encuentra situado actualmente en la plaza de la Coronación. Inaugurado en los
primeros años sesenta, poco después de la muerte del pintor, este museo recoge,
no solamente obras de Zabaleta, sino también de otros grandes pintores
contemporáneos. El pintor, ya en vida, había manifestado su deseo de que su
pueblo gozase de un museo que albergase su obra. Fue el entonces alcalde de
Quesada, D. Antonio Navarrete, quien hizo realidad este deseo. No menor parte
en ello la tuvo el arquitecto D. Manuel Millán, a quien se debe el edificio que
alberga la obra de Zabaleta.
Esta obra se compone de unos 114 óleos, 12 acuarelas y
alrededor de 500 dibujos, representativos de casi todos los períodos artísticos
del pintor. Junto a ellos se conservan algunos recuerdos personales, así como
diversas e interesantes fotografías. Para ver una muestra, pulsad aquí.
El museo incluye obras de otros artistas contemporáneos
como Miró, Tapiés, Canogar, Guinovart, Alberti, Pablo Serrano, Juana Frances,
Verdes, Cardona, Millares, Cumellas, etc., dentro de la denominada "sala
de amigos de Zabaleta", inaugurada bajo la dirección de D. Basilio
Rodríguez Aguilera, a cuya inauguración asistieron Don Cesáreo Rodríguez
Aguilera y don Camilo José Cela. Este último leyó en esta ocasión
"Solitarios", cuya base gráfica son los "Sueños de Quesada"
del inmortal pintor quesadeño Rafael Zabaleta.
Pueblo agrícola y emigrante, Quesada es heredera de un
rico pasado artístico, histórico y cultural. Sin renunciar a él, antes bien
estudiando y profundizando en su conocimiento, Quesada puede y debe extraer de
épocas pasadas lecciones que le permitan encarar el futuro con serenidad y
optimismo, pero sin olvidar nunca que es en sus gentes, de probada laboriosidad
y acreditada honestidad, en donde se encuentra el mayor capital y la mejor
esperanza de Quesada.
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